¿Querés algo rico para acompañar el mate o un buen café con leche? Estas rosquitas caseras son ideales para la merienda o el desayuno. Se hacen con ingredientes que seguro tenés en casa y el resultado es tan esponjoso como sabroso. Además, se hornean, así que son una opción más liviana para disfrutar sin culpa.
Ingredientes
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1 kg de harina 0000
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3 huevos
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½ vaso de aceite de girasol (aproximadamente 100 ml)
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2 vasos de azúcar común (unos 320 g)
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1 pizca de sal
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2 vasos de leche (unos 400 ml, puede ser entera o descremada)
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2 cucharadas soperas de polvo de hornear (tipo Royal o cualquier marca nacional)
Preparación paso a paso
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Encendé el horno y precalentá a 180 °C mientras preparás la masa.
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En un bol grande, batí ligeramente los huevos. Sumá el aceite, el azúcar y la pizca de sal. Mezclá bien hasta que quede todo integrado.
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Agregá la leche de a poco, mezclando con cuchara de madera o batidor de alambre hasta que se una todo.
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Incorporá la harina previamente tamizada junto con el polvo de hornear, de a poco, mientras mezclás. Cuando ya no puedas con la cuchara, seguí amasando con las manos hasta que la masa esté suave, uniforme y no se pegue. Si hace falta, agregá un poco más de harina.
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Formá las rosquitas: tomá porciones de masa, hacé rollitos finos y uní los extremos para darles forma de aro.
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Colocalas en una bandeja enmantecada o con papel manteca, dejando espacio entre ellas porque van a crecer.
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Horneá de 20 a 30 minutos, hasta que estén doraditas por fuera y cocidas por dentro.
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Retiralas y dejalas enfriar sobre una rejilla.
Consejos extra para que te salgan perfectas
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Si te gustan con un toque dulce, podés espolvorearlas con azúcar impalpable o un poco de azúcar común mezclada con canela apenas salen del horno.
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¿Querés que se vean brillosas? Pincelalas con huevo batido antes de hornear.
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Si querés darles un toque distinto, podés agregar a la masa un chorrito de esencia de vainilla o ralladura de limón.
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Se conservan varios días en frasco hermético o en una lata, y si las guardás bien, siguen riquísimas.
Estas rosquitas son una opción casera, económica y deliciosa para disfrutar en familia. Ideales para las tardes frescas con una taza caliente y para compartir con quienes más querés. Una receta de las que no fallan, con gusto a hogar.