El repollo es un vegetal económico, versátil y muy apreciado en diferentes culturas gastronómicas. Además de ser fácil de preparar, se destaca por su aporte nutricional: es rico en fibras, vitamina C y vitamina K, y también contiene vitamina B6 y ácido fólico, esenciales para el metabolismo energético y el buen funcionamiento del sistema nervioso.
Entre sus beneficios más reconocidos están su acción antioxidante, su ayuda en la digestión, su capacidad para controlar el colesterol y la presión arterial, y su potencial para reducir la inflamación. Sin embargo, a pesar de todas estas ventajas, no todas las personas pueden consumirlo sin problemas. En algunos casos, el repollo puede resultar perjudicial.
A continuación, te contamos quiénes deben evitarlo o consumirlo con precaución:
1. Personas con sensibilidad digestiva
El repollo contiene rafinosa, un carbohidrato de difícil digestión que puede producir gases, hinchazón y malestar abdominal. En personas con digestión delicada, su consumo puede resultar incómodo debido a la fermentación que provoca en el intestino.
2. Personas con problemas renales
Este vegetal tiene ácido oxálico, una sustancia que puede favorecer la formación de cálculos renales. Al unirse con minerales como el calcio, aumenta el riesgo de piedras en los riñones, sobre todo en personas con antecedentes o predisposición a estas enfermedades.
3. Personas con alteraciones en la tiroides
El repollo pertenece al grupo de las crucíferas y contiene compuestos goitrogénicos. En exceso, estos interfieren en la absorción de yodo por la glándula tiroides, lo que puede afectar la producción de hormonas. Por esta razón, quienes padecen problemas como el bocio deben limitar su consumo.
4. Personas alérgicas o sensibles a la histamina
El repollo posee histaminas, que pueden desencadenar reacciones alérgicas en personas predispuestas. Estas reacciones incluyen picazón, erupciones en la piel, ojos llorosos, estornudos y, en casos más graves, irritación ocular intensa.
Aunque el repollo es un alimento saludable, no resulta recomendable para todos. La clave está en conocer las condiciones personales y, en caso de dudas, consultar con un médico o nutricionista antes de incorporarlo de forma habitual en la dieta.
Consejos y recomendaciones
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Si no tienes restricciones médicas, consume el repollo cocido, ya que la cocción reduce sus compuestos que generan gases y los goitrogénicos.
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Acompáñalo con alimentos ricos en proteínas o cereales integrales para equilibrar mejor la digestión.
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Evita consumirlo en exceso: incluirlo un par de veces por semana es suficiente para aprovechar sus beneficios sin sobrecargar el organismo.
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Ante cualquier síntoma de incomodidad, alergia o empeoramiento de alguna condición de salud, suspende su consumo y busca orientación profesional.